Señores míos,
son unos idiotas y
degenerados.
Recto del tuyo
deseo en calambre
estrechado más.
Ojos saltones
corren maratones en
el diciembre.
Silbato de la
rica plata en casa
hecha a sol.
Él no conocía su nombre, pero sabía que era un chico. Lo amó así.
El fantasma del techo era aficionado al violín.
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